Carta de Servando Teresa de Mier a Bernardino Cantú canónigo de la Catedral de Monterrey (31 de agosto de 1826)
A título de viejo he escapado de la muerte, porque creyendo los médicos mis dolores reumáticos, no siendo sino sintomáticos de la inflamación del hígado , me aumentaron ésta desde octubre pasado hasta mayo, con todo género de medicamentos. Un médico, en mayo, viéndome ya con tintas negras, conoció que era hipocondría y destruyéndome entonces la obstrucción de la boca del estómago que me sofocaba, me creyó sano y en apariencia los estuve algún tiempo. Pero repitiéndome los dolores del hombro derecho, cerebro y partes atingentes, creyéndolos dolores vagos , los atacó con medicinas tan fuertes que el hígado no pudo más y en julio ( 1826) una fiebre me puso a las puertas de la muerte.
Llamé entonces al Dr. Condorníu, que comprendió perfectamente la raíz del mal y sacándome en el día con sanguijuelas sobre el hígado 8 onzas de sangre , cesaron al momento todos los dolores. Purgas anti-biliosas con quince días de líquidos me han resucitado, aunque no estoy capaz de mucho trabajo intelectual ni corporal . Dios sea bendito.
México, 31 de agosto de 1826
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