CUARENTA Y VEINTE
Por Adrián Cruz Martínez
Dicen que el amor es ciego y la
locura le acompaña, este dicho puede aplicarse bien al ilícito amor de
Concepción y Pedro.
Concepción García vivía en la
Hacienda de la Estanzuela, muy cercana a la ciudad de Monterrey, casada con
Antonio Sánchez había formado una familia, sin embargo llevaba desde hace algún
tiempo una relación extramarital con Pedro Montes.
Cansados de vivir un amor a
escondidas, Concepción y Pedro planearon como deshacerse de Antonio, soñaban
con casarse.
La noche del 10 de octubre de
1853 cuando Antonio dormía tranquilamente, descansando de las fatigas del día,
Pedro entró al domicilio con ayuda de Concepción, con un palo en mano le
propinó 3 certeros golpes en la cabeza que lo privaron de la vida.
Rápidamente ocultaron el cadáver,
aunque para el infortunio de ambos el delito fue descubierto meses más tarde,
no quedándoles más remedio que confesar el hecho.
A pesar de que sus abogados
solicitaron el indulto, este les fue negado por el gobierno del estado, siendo
condenados a muerte.
A las 10 de la mañana del 26 de
enero de 1854 fueron conducidos a la plaza del Mesón (hoy calles Hidalgo y
Garibaldi) recibiendo antes los auxilios espirituales. Una descarga de fusil
terminó con las vidas de Concepción de 40 años de edad y Pedro de 20 y con
ellas su amor, un amor "envuelto en pecado" y sellado con sangre.
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