EL SERMÓN DE LAS DESDICHAS (12 DE DICIEMBRE DE 1794)


Fragmento del sermón guadalupano de Servando Teresa de Mier 



Por Adrián Cruz Martínez


Del doctor José Servando Santa Teresa de Mier Noriega y Guerra originario de Monterrey, Nuevo Reino de León (18 de octubre de 1763) es conocida la fama que tuvo de gran orador, en las discusiones señala José María Tornel y Mendivil “su verba, reforzada con la figura, con el ademán, con el gesto, con el fuego impaciente de la mirada, adquiría brillo y animación insuperables. En las discusiones se animaba con facilidad, y sorprendían algunas veces elocuentes rasgos que él vertía con voz encantadora y que sonaba como la plata”.

Fue elegido para predicar un sermón en la Colegiata de Guadalupe el 12 de diciembre de 1794 ante el virrey Miguel de la Grúa Talamanca y del Arzobispo Alonso Nuñez de Haro. Predicó en él, “que la imagen de Guadalupe había tenido culto en el cerrillo de Tepeyacac, llamado por eso tonantzin, o de Nuestra Madre y Señora, desde que Quetzalcohuatl (que quiere decir Santo Tomás, y los indios le llaman también Santo Tomé, como los del oriente) les había anunciado el evangelio.”

Culpado por el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición de negar la aparición mariana, acusado de hereje y blasfemo fue condenado a prisión con privación perpetua de toda enseñanza pública por cátedra, púlpito y confesionario.

Atribuyó la acusación al arzobispo Nuñez de Haro, a quien calificó de incrédulo porque su “sermón supone necesariamente la predicación del evangelio antes de la conquista” , añadido también a que “ sobresalía un poco dentro y fuera del claustro, especialmente en el púlpito”, así como “al monstruo de la envidia”.

El sermón guadalupano fue un parteaguas en su vida, el “sermón de las desdichas” como le llamó don Artemio del Valle Arizpe , a partir de esta fecha, sumado a su pensamiento libertario que le acompañaría toda su vida, lo llevarían a pasar de prisión en prisión 27 años de su vida. El 7 de junio de 1795, preso en San Juan de Ulúa, Veracruz se le embarcó con destino a Cádiz, España en la fragata “La Nueva Empresa”, llegando el 28 de julio, fue recluido en el Convento de Santo Domingo y fue posteriormente trasladado a Las Caldas de donde se fugó en la Navidad de 1796.

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