El virrey Francisco Javier Venegas de Saavedra remite bando al Ayuntamiento de Monterrey ofreciendo diez mil pesos por la aprehensión o muerte de Hidalgo, Allende y Aldama.
Remito á V[uestra] S[uperioridad]
para su intelig[enci]a dos exemplares del Bando que he mandado publicar
manifestando los escandalosos atentados cometidos y que continúan cometiendo el
Cura de los Dolores Dr. D. Miguel Hidalgo, y los Capitanes de Dragones de la
Reyna D. Ignacio Allende y D. Juan Aldama con los demas de su facción, y
ofreciendo premios á los que presentaren vivos ó muertos á estos tres
abominables individuos.
Dios guarde a V.S muchos años.
México Setiembre 27 de 1810
Venégas
Al Il[us]tre Ayuntam[ien]to de
Monterrey
Secretaria
Bando del virrey Francisco Javier
Venegas del 27 de septiembre de 1810
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DON FRANCISCO JAVIER VENEGAS DE
SAAVEDRA , Rodríguez de Arenzana, Güemes Mora, Pacheco Daza y Maldonado,
Caballero de la Orden de Calatrava, Teniente General de loa Reales Ejércitos, Virey,
Gobernador y Capitán General de esta N. E., Presidente de su Real Audiencia,
Superintendente general, Subdelegado de ¡a Real Hacienda, Minas, Azogues y Ramo
del Tabaco, Juez Conservador de éste. Presidente de su Real Junta y Subdelegado
general de Correos en el mismo Reino.
Los inauditos y escandalosos
atentados que han cometido y continúan cometiendo el Cura de los Dolores, Dr.
D. Miguel Hidalgo, y los capitanes del regimiento de Dragones Provinciales de
la reina, D. Ignacio Allende y D. Juan Aldama, que después de haber seducido a
los incautos vecinos de dicho pueblo, los han llevado tumultuariamente y en
forma de asonada, primero a la villa de San Miguel el Grande y sucesivamente al
pueblo de Chamacuero, a la ciudad de Celaya y al valle de Salamanca, haciendo
en todos estos parajes la más infame ostentación de su inmoralidad y perversas
costumbres; robando y saqueando las casas de los vecinos más honrados para
saciar su vil codicia; y profanando con iguales insultos los claustros
religiosos y los lugares más sagrados: me han puesto en la necesidad de tomar
prontas, eficaces y oportunas providencias para contenerlos y corregirlos, y de
enviar tropas escogidas al cargo de jefes y oficiales de muy acreditado valor,
pericia militar, fidelidad y patriotismo que sabrán arrollarlos y destruirlos
con todos sus secuaces si se atreven a esperarlos y no toman antes el único
recurso que les queda de una fuga precipitada para librarse del brazo terrible
de la justicia que habrá de descargar sobre ellos toda la severidad y rigor de
las leyes como corresponde a la enormidad de sus delitos, no sólo para
imponerles el castigo que merecen como alborotadores de la quietud pública,
sino también para vindicar a los fidelísimos americanos españoles y naturales
de este afortunado reino, cuya reputación, honor y lealtad inmaculadas han
intentado manchar osadamente queriendo aparentar una causa común contra sus
amados hermanos los europeos, y llegando hasta el sacrílego medio de valerse de
la sacrosanta imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, patrona y protectora de
este reino, para deslumbrar a los incautos con esta apariencia de religión, que
no es otra cosa que la hipocresía más imprudente.
Y como puede suceder que
arredrados de sus crímenes, y espantados con sólo la noticia de las tropas
enviadas para perseguirlos, se divaguen por otras poblaciones, haciendo iguales
pillajes y atentando contra la vida de sus mismos paisanos, como lo hicieron en
el citado pueblo, dando inhumanamente la muerte a dos americanos y mutilando en
San Miguel el Grande a otro porque fieles a sus deberes no quisieron seguir su
facción perversa; he tenido por oportuno que se comunique este aviso a todas
las ciudades, villas, pueblos, reducciones, haciendas y rancherías de este
reino para que todos se preparen contra la sorpresa de esos bandidos
tumultuarios, y se dispongan a rechazarlos con la fuerza procurando su
aprehensión en cualquiera paraje donde pueda conseguirse; en el concepto de que
a los que verificaren la de los tres principales cabecillas de la facción, o
les dieran la muerte que tan justamente merecen por sus horrorosos delitos, se
les gratificará con la cantidad de diez mil pesos inmediatamente y se les
atenderá con los demás premios y distinciones debidas a los restauradores del
sosiego público, y en inteligencia de que se dará también igual premio y
recompensas con el indulto de su complicidad a cualquiera que desgraciadamente
los haya seguido en su partido faccionario, y loablemente arrepentido los
entregase vivos, o muertos.
Y para que llegue a noticia de
todos mando que publicado por bando en esta capital, se circule con toda
prontitud, y con los mismos fines los correspondientes ejemplares a los
tribunales, magistrados, jefes y ministros a quienes toque su promulgación, inteligencia
y cumplimiento.- Dado en el Real Palacio de México a 27 de septiembre de 1810.-
Francisco Javier Venegas.- Por mandado de Su Excelencia , José Ignacio
Negreiros y Soria.
Fuentes :
Archivo Histórico de Monterrey /
Correspondencia / Vol.130
México a través de los siglos.
Libro primero. pág. 21
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