MONTERREY , LA SULTANA DEL NORTE


MONTERREY, LA SULTANA DEL NORTE

Por Jesús Adrián Cruz Martínez

“La hospitalaria, la progresista, la bella Sultana del Norte…”
(Dámaso C. García, 1919)

El 19 de septiembre de 1879 el papa León XIII nombró al doctor Ignacio Montes de Oca y Obregón (1840-1921) obispo de Linares. En la celebración por su llegada a la ciudad de Monterrey, jueves 3 de junio de 1880, le fue obsequiado un suntuoso banquete en el Palacio Episcopal donde recitó una memorable composición poética que tituló Brindis a la Ciudad de Monterrey y que reprodujo tanto El Eco de la Frontera como el Periódico Oficial.

“¡Reina del Norte, Monterrey Ilustre! / Que la suprema voluntad divina / Hoy me destina para ser mi eterna, / Mística esposa...”

Así daba inicio aquella composición de quien fuera miembro de la Academia Mexicana de la Lengua y traductor del griego de obras de Teócrito y Apolonio de Rodas; fue a partir de esta fecha que el término “Reina del Norte” se utilizó en alusión a Monterrey.

Los periodistas comenzaron en sus crónicas, como puede observarse en los periódicos de la época, a cambiar la palabra REINA por el sinónimo de SULTANA, a usarlas indistintamente para referirse a la ciudad, más no en referencia a los orígenes judíos de la región o a los árabes que radicaban en Monterrey como algunos historiadores y/o cronistas lo han señalado, sino por su “poderío y magnificencia” en el norte de México, como lo señaló El Tiempo en 1899.

“…la capital de Nuevo León, llamada justamente la Sultana del Norte, por su gran progreso, poderío y magnificencia...”

Para 1880 los regiomontanos estaban ya familiarizados con una marca de puros y cigarros llamada “La Sultana” propiedad de don Manuel Rivero con sede en la Ciudad de México y cuyo único agente de ventas en la ciudad desde 1878 era el empresario José Calderón; años más tarde surgiría una fábrica de este mismo ramo con el nombre de “Reina del Norte”.

“Mucha animación reina en Monterrey, con motivo del establecimiento de nuevas fábricas de Industria que vendrán a aumentar la riqueza y prosperidad de la rica y culta Sultana del Norte” (El Demócrata. Diario de Combate, 1895)

Vale la pena recordar que el gentilicio para quienes habitaban en Monterrey era el de reineros, pues tras la fundación de la ciudad y según señala el Maestro Israel Cavazos Garza en Breve Historia de Nuevo León, por más de 30 años el Nuevo Reino de León se limitó a su capital y dicho gentilicio “se aplicó únicamente a los de la ciudad y no a los de todo el reino cuando ya hubo otras poblaciones”; el Periódico Oficial en su edición del 22 de septiembre de 1854 hace alusión a esto al decir: “grata impresión que causaba en nuestros campesinos la mágica transformación que notaban en su Reyno, como llaman aun candorosamente a Monterrey…y hubo algunos que dijeran haciendo quizá gratos recuerdos, que su Reyno parecía ya un México Chiquito…”.

“La hoy populosa e ilustrada ciudad de Monterrey, fue al principio un despreciable poblacho, perdido en la frontera, entre bosques salvajes. Sus habitantes celebraron con verdadero jubilo el tercer centenario de la fundación de la Reina del Norte como se le suele llamar a Monterrey” (El Siglo Diez y Nueve, 1896)

Ya para el año de 1885 circulaba en Monterrey un periódico titulado “La Sultana del Norte” que contribuyó también a popularizar el término entre la población.

“…Esta bella ciudad, la Sultana del Norte, la Reinera como se le conoce en todo el norte….es, a pesar de lo accidentado del terreno en que se asienta, una urbe de primer orden. La circundan recias montañas, las montañas épicas, como en su lenguaje robado a los dioses dijera uno de nuestros más esclarecidos poetas, y en el fondo de un barranco se yergue, industrial, activa, deslumbradora y bella, con la gracia de una emperatriz sobre de un plinto de rocas…” (El Pueblo, 1918)

Lo cierto es que Monterrey ya no es aquella ciudad que conoció monseñor Ignacio Montes de Oca y Obregón hace casi 139 años, aquella que iniciaba su crecimiento industrial y la cual hoy lo hace a pasos agigantados, pero que sin duda aún conserva y tiene bien ganado el título de LA SULTANA DEL NORTE.





Comentarios

Entradas populares de este blog

EPÍSTOLA DE MELCHOR OCAMPO (23 DE JULIO DE 1859)

Historia del Escudo de Nuevo León

LEYENDA : ¡SE LO TRAGO LA TIERRA!